Emigración de salvadoreños hacia Honduras

A finales del siglo XIX, las compañías americanas United Fruit y la Standard Fruit Company operaban en la región, y más específicamente en Honduras. Ambas compañías transnacionales recibieron concesiones en ese país en 1895  y se dedicaron a la plantación y cosecha de bananos, usando para este propósito las grandes áreas de tierra fértil que podrían encontrarse en Honduras.

Con el paso del tiempo se hizo necesario importar obreros extranjeros, ya que los hondureños involucrados en estas actividades se volvieron insuficientes en número. Para ese propósito, se contrataron los servicios de campesinos salvadoreños que vivían en la región fronteriza. La emigración Salvadoreña a Honduras inicia en 1911, mayoritariamente a trabajar en las bananeras. Los salvadoreños que llegaron, pronto se granjearon la simpatía patronal al no amedrentarse ante las condiciones inhóspitas de la selva. Por otra parte las extensas tierras de labranza, motivaron que buen número de los avecindados se asentaran en calidad de <<ocupantes>> en tierras hondureñas. Es decir, que campesinos que no tenían vínculo legal con la tierra, desbrozaron los montes hasta volverlos favorables para la producción agrícola y se radicaron en ellos.

Tradicionalmente el excedente de población salvadoreña busco estas tierras en busca de mejores condiciones de vida, dadas las limitaciones de distinta índole que se percibían en un país con poca extensión geográfica y gran población. La predilección de la laboriosidad salvadoreña significo recelos e inconformidades que se acrecentaron con el paso del tiempo.

Conocedores de estas oportunidades, la inmigración campesina salvadoreña aumentó y continuó aumentando durante los años siguientes. Inicialmente, estos tenían producciones de subsistencia y vendían sus pequeños excedentes de maíz y frijoles. Durante las primeras décadas del siglo no se presentaron dificultades ya que el propio gobierno de Honduras veía con simpatía el aporte humano del trabajador agrícola e industrial salvadoreño, pero con el tiempo las tierras adquirieron plusvalía y los terratenientes pensaron en la necesidad del desalojo.

A finales de la década de los años sesenta, había casi 300,000 salvadoreños viviendo en tierras hondureñas, muchos de ellos unidos ya por lazos de familia con hondureños. Para esas mismas fechas, en El Salvador residían también varios miles de ciudadanos hondureños aunque en menor proporción, quienes emigraron a nuestro País en busca de educación y salud especialmente, ya que en Honduras escaseaban los centros de educación superior y también presentaba un deficiente servicio médico hospitalario.

Fue en este marco, que el proceso anti salvadoreño avanzo lentamente en Honduras y que poco a poco aumento en intensidad y barbarie, allanando el camino de la guerra.